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En primer lugar, gracias por entrar a mi blog. Aqui publico lo mejor de mi producción lírica. Espero que te guste, y te inspire a escribir tus propias historias. Porque "escritor es todo aquel que escribe". El internet hizo de forma mas facil la expresión escrita e incluso la hablada. No te dejes convencer de que no vale la pena hacer lo que te gusta, si es tuyo es único.

miércoles, 29 de junio de 2011

Versos para los abandonados


Una visión que roba el aliento
ese dulce aroma que embarga
entre sueños y tormento
Deja llevar la ayuda
de verdades y señuelos
Cada mirada retorna
a su tan amplio caudal
de pensamientos y caricias
que encierra entre maravillas
hasta dos y tres mentiras
Sube con su ayuda
a esa cima tan alta
que te sirva de bastón y manga
sufrimientos y travesía
Ven de huésped espíritu
que no se conforma con nadar
entre verdades y mentiras
no le queda espacio a la vida
esa que tanto anhelas
masticar entre salidas
Posa tu mirada alto
y no te dejes engañar
que en mas de un rincón se esconden
esos que dicen ser
compañeros del destino
esos que llevan en el alma
no mas que destierro y frío.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Adiós



Nunca me han gustado las despedidas. Sequé mis manos sudadas con disimulación con el bolsillo trasero de mi jean. La última mirada desconcertante y voluble que me lanzó casi me desarma por completo, pude paladear su desesperación y su dolor. Mi dolor, allí presente reflejándose en su mirada como otras tantas se había reflejada la alegría y la ilusión. Tragué en seco, y me giré de espaldas a él. Obligándome a ir en su dirección contraria, mientras mis pies insistían a ir hasta él en una carrera inminente a su encuentro. No pude evitar, que los recuerdos me invadieran como una secuencia masoquista diseñada especialmente para torturarme hasta no dejar una parte sana de mí.
Todo había comenzado de forma tan inocente, y natural. Tantas miradas especiales, tantas risas compartidas, tantas charlas sin final... incompletas porque el tiempo nunca era lo suficientemente justo. Tantos sueños incipientes, tantas vivencias que faltaban por existir y que ahora, les daba un adiós honorable. Parecía increíble, inverosímil como algo tan tierno y vital podía retorcerse y lograr que los sentimientos mas limpios y puros terminaran uniéndose al lado oscuro. Ese donde es demasiado... imposible escapar. Haberle dicho adiós a él, verdaderamente él era probablemente la parte más fácil de terminar lo de nosotros. Nuestro amor, ese algo, ese hilo, esa esencia, ese deleite. Si, lo más fácil sin duda. Ahora, tenía que despedirme, y esta vez realmente para siempre de su fantasma que me perseguía, me hacía compañía y me acurrucaba como un cachorro perdido buscando a su dueño. Pero, como podía decirle adiós a los recuerdos, esos que una vez deseaba con locura rememorar una y otra vez hasta terminar exhausta y entre lágrimas. Pero tenía que hacerlo, porque ya no había nada que me atara a él, solo yo misma aprisionada por esa parte de mí terca y torpe que se empeñaba en que no debía olvidar. Y tal vez debía ser así, no olvidar pero sí decirle adiós.
Adiós a la impotencia y la rabia que me provocó la ruptura. Al descontento e infelicidad que trae su recuerdo, los más amargos y los más dulces también. A todas y cada una de las palabras que me hiriendo muy hondo y que jamás podría curar él. Porque aunque me duela reconocerlo, él ya encontró su escape y le dijo adiós al dolor. Ahora era mi turno, de seguir sin mirar atrás, de dejar en esa valija del pasado las discusiones y todo lo que él me quiso decir y lo que yo quise decir. Era y es mi momento de brillar, de ser protagonista de la película y despedirme de su espectro aterrador y confuso.
Pero, también significa decirle adiós a todos y cada uno de los momento dulces y románticos que compartimos, sus últimas palabras de despedida, su última mirada de anhelo, su risa apagada, sus súplicas, sus sueños coloridos, sus sorpresas sin reparo, su cariño, su soporte, y al hecho de saber que siempre podría contar con él.
Adiós a él, y por consiguiente a su fantasma en mí significaba dejar atrás esa parte de mi vida, a la que estaba aferrada con uñas y dientes y que bajo ningún concepto meses atrás me planteé dejar ir. No puedo decir con certeza que él encontró la persona que curará las heridas más infectadas de esa despedida pero tampoco puedo decir que no la encontrará porque sé que será así. Él es de lo que encuentran lo que buscan sin esperar mucho. Yo de las que tengo que luchar por encontrar. No sé cual es mejor o peor, solo se qué existimos así. Un ciclo inevitable, y también hay de los que nunca encuentran nada.
Adiós entonces a los recuerdos y a esa parte de mí. Pero adiós significaba que nos los vería por un tiempo, por un período, por unas horas, por unos segundos... Yo quería un adiós definitivo, de esos a los que no se pueda volver ni que se quiera. Y tal vez el día que acepte que ya no hay ninguna posibilidad de que todo vuelva a ser como antes, entonces ese día yo diré adiós definitivamente.
Adiós a ti, que tuviste mi corazón entre tus manos... ese que un día latió por ti, y que un día también detuviste con tus nudillos.
Adiós a ese amante fiel, que nunca me dejó caer antes las adversidades y que luego él mismo me arrojó al suelo sin levantarme
Adiós al fantasma que me persigue en sueños y despierta, que cada hora me recuerda que te perdí.
Adiós a la parte de mí, que creía en ti hasta el último segundo que fuimos uno solo, que estuvimos unidos.
Adiós al dolor y al rencor, que enfermó mi corazón para dejarlo negro y empañado en busca de una cura.
¿Cuántas veces en la vida decimos verdaderamente adiós? ¿Cuántas veces deseamos decir adiós? ¿Cuántas veces esperamos con ansias decir esa palabra? ¿Cuántas veces tememos que alguien las pronuncie?
Paseé tanto tiempo asustada de que llegara ese día que cuando llegó, el momento definitivo de decir adiós, no dolió tanto porque progresivamente con cada herida un trocito de mí se despedía. Adiós entonces porque no quisiste ver la verdad en mí.
Adiós, porque espero de todo corazón no tener que recordarte.
Adiós recuerdos, adiós. Y caminé sin más sin volver la vista hacia atrás, donde yo sabía que él se despedía con una sonrisa en sus labios, insinuando un adiós sin reparos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ansias






Chica
1:30 am
-Entonces... Descríbame exactamente como sucedió- le preguntó de nuevo el policía. La joven sudaba, y enrollaba su cabello nerviosamente entre sus dedos, dejándolo caer sobre su cuello; cubriéndole. La pequeña salita impersonal daba la sensación de claustrofobia... y ella ya estaba al límite. Clavó su mirada en él oficial y trató de hablar
-Ya le he dicho- susurró. El policía se impacientó y mirándola exasperado ordenó:
-Repítamelo- la muchacha emitió un gemido y trató de controlar el temblor de su voz mientras procedía a contar la historia de nuevo.
-Serían las 1:10 y mucho, cuando estaba en la acera detenida. Me dirigía al night club... y estaba distraída buscando algo en el bolso. Cuando vi la sombra- el policía puso los ojos en blanco mientras compartía una mirada burlona con su compañero sentado junto a él- Se encontraba a unos veinte metros de mí. Observándome- la chica se estremeció ligeramente y continuó- Observándome... Y escuché unos pasos que se acercaban a mí, rápidamente. Un hombre con una navaja en su mano se acercaba velozmente con un solo propósito: matarme...- y le lanzó una mirada asesina a los oficiales
>> Quise correr, pero mis pies no respondía al llamado. Y luego la sombra apareció, interponiéndose entre nosotros y el asesino clavó la navaja en mi salvador. Estaba en shock, y el asesino, trató de huir, pero de alguna manera también él se había herido... ¡No sé cómo! Y sangraba ¡oh...! Tanta sangre.... en la calle<< - concluyó su relato entre lágrimas Los policías la observaron por primera vez con compasión, y le avisaron que podía retirarse. La muchacha inspiró profundamente disfrutando casi lujuriosamente de la sensación, jurando a su desaparecido salvador no salir a night clubs nunca mas.
Alex
1 hora antes...
Estaba sediento. La espesa saliva se deslizó por mi garganta, mientras yo trataba de controlar mi impulso de atacar. En estos momentos solo me dejaba llevar por los instintos... mis impulsos. Perfectamente sincronizados para complacer mis mas morbosos deseos. Y justo ahora solo quería beber. Quería sentir ese delicioso líquido empapar mis labios, mi cuerpo, mi reseca garganta. Mmmm- gemí. Mientras más pensaba en ella, mas la deseaba y desesperaba. Tenía que apartar esos pensamientos de mi cabeza porque entonces no sería capaz de razonar, no sería capaz de beber sangre... sin matar. Traté de analizar el panorama con frialdad. Me hallaba en un callejón oscuro, rodeado de ratas e insectos. Nadie... absolutamente nadie sabía que me encontraba allí. La estrecha calle se extendía hasta el comienzo de un parque y el medio de ambos la vía discurría con escasos automóviles que circulaban. Todo estaba muy callado, lo único que rompía el silencio... mi silencio debo agregar eran la risas de unos niños en el último piso del edificio. Hubiera preferido no escucharlo, pero mi agudizado sentido del oído... me lo permitía. Lo que mayoría de las veces resultaba molesta. Excepto ahora... cuando apenas un leve susurro me anunciaba que alguien se acercaba. Lentamente casi con pereza abrí la boca, y pude sentir como se extendía mis colmillos. Preparándome... Acción... ahora... no esperes más. Solo ¡zúmbate! Seguro que no es nadie de importancia. Gruñía mi parte menos amable... pero tenía demasiado bien aprendido mis hábitos alimenticios. Así que me obligué a esperar su aparición. Me coloqué la capucha de mi oscuro suéter con sigilo y entonces irrumpió en mi calle. Con paso apresurado se situó en el medio... podía escuchar su respiración agitada. Muy profundamente, sentí el hambre correr por mis venas. Lo único que ya podía correr por ellas. Me agazapé, listo para entrar en acción. Seguramente sería un ladrón, tenía toda la pinta de serlo. La ropa sucia y desgarrada, olía a sangre, miedo y rabia. No podía asegurar que no fuera algo peor... Existía algo en sus andares que reconocí como resignación marginal y esa mirada.... enloquecida. Tenía un tic, continuamente se tocaba el abdomen... un trauma tal vez... Comencé a seguirle. Los humanos no podían percibirme, pero él tenía un sexto sentido muy desarrollado. Lanzaba miradas furtivas por detrás de su hombro. ¿Sabría que era su fin? Sonreí... mientras esa idea cruzaba por mi mente. Ya no podía esperar más. Se detuvo, sopesando algo. No podía leer la mente, alguno de los vampiros si podían... pero yo no había desarrollado esa habilidad. Aparentemente yo solo podía sentir sed y lucir endemoniadamente aterrador. Podía recordar claramente el día en que... inicie mi nueva vida. Yo estaba en una situación similar a mi presa actual, vagaba desconcertado y drogado por las calles. Había desperdiciado mi juventud en eso... y a los 20 años, yo había consumido una sobre dosis. Sentía tanta furia y rabia porque ella me había dejado... por la droga. Cuando se enteró de que yo consumía... estaba furiosa y me había gritado.... >> La miraba intensamente, solo deseaba besarla. Pensaba en lo profundo que lucía sus ojos con aquella mortecina luz. Ella implacable, jugueteaba con su cabello hasta que lentamente se acercó a mí. Y rozó mis labios... su aliento tan cálido. Sabía a miel. Me entregué completamente al beso, hasta que se hizo más apremiante y ella soltó un seco gemido. Sus manos recorrieron mi espalda y bajaron aún más. En mis caderas, ella palpó algo. Y yo me quedé rígido, helado... Se separó levemente de mí. Y con una expresión de curiosidad en su rostro me extrajo el pequeño abultamiento, una bolsita y la observó. Poco a poco el reconocimiento apareció en sus bellas facciones y me preguntó, aún sabiendo la respuesta:
-¿Qué es esto?- sostenía ahora la bolsita con cara de asco. No le contesté nada y ella insistió- Dime ¿Qué cojones es esto Alex?- La rabia se asomo a su rostro mientras unas estúpidas lágrimas corrían por sus mejillas
-¿Estás consumiendo droga?- sollozó. No sabía qué hacer, me había quedado estático. Furioso porque ella había descubierto mi secreto, furioso por haber interrumpido el beso, por haber roto mi ilusión, por llorar, porque ella sostuviera mi... droga entre las manos, furioso conmigo mismo por continuar haciéndolo.
-¿Por qué lo haces Alex? ¿Por qué...? Pensé que te hacía feliz. Que no necesitabas mas nada que lo que yo te daba- confesó ella dolida- Pero parece que me equivoqué
-Lo siento- susurré. Ella me miró con encendida rabia hasta que me dio una cachetada. Mi piel permaneció ardiendo por unos segundos hasta que lo superó otro sentimiento: ira. Le devolví la mirada echando chispas y ella continuó con su monólogo:
-No te atrevas a decir que lo sientes tu... hijo de... Solo eres un niño consentido, que no se conforma con nada. Que lo tiene todo y te sientes infeliz... un infeliz. Eso es lo que eres. Crees que tu vida es miserable pero no lo en absoluto. Lo tienes todo, y crees que tu vida ha sido difícil. Pero no... no tienes ni idea- juró con voz átona. Se levantó bruscamente y me dejó entre mi miseria, pero yo no podía permitir que ella me dejara sin más.
-No te vayas, no te atreverías- gruñí.
-¡Obsérvame!- gritó al tiempo que lanzaba la bolsita contra mi cara. Esa fue la gota que derramó el vaso. Me levanté y me aproximé a ella violentamente la tomé por los hombros y la senté contra su voluntad de nuevo en el mueble.
-Ahora me vas a escuchar- grité enfurecido. Ella parecía ahora intimidada y su miedo era palpable. Me hizo sentir poderoso... ahora veo que no he cambiado tanto- No tienes ni idea por lo que he pasado. He tenido que ver a mi madre meter entre sus sabanas cuanto chico le pegue en gana y a mi padre azotar a mi madre por ser tan zorra. Y aconsejarme.... ¡aconsejarme a mí! Que jamás deje que me griten... Y que se supone que yo hiciera... cuando ella gritaba ¿eh? ¿Qué se supone que hiciera?- Lo miraba con los ojos desorbitados y respiraba agitadamente. Poco a poco me fui relajando y comprendí que estaba repitiendo la historia. Me dejé caer en el suelo y escondí mi rostro entre las manos. Escuché como ella se escabullía y salía huyendo de mi casa... de mí...<<>> Sangraba copiosamente, traté de parar la hemorragia con mi mano pero no había solución. Luego de haberle metido un puñetazo al jefe de la juerga, donde conseguía como yo lo llamaba… mi escape… me había apaleado, dado patadas y finalmente dado una mortal puñalada. Me encontraba en el suelo, manchándolo con mi sangre. Y moría… lentamente. Comenzaba a dejar de sentir, y tenía tanto frío. Pensé que me iría, que se acabaría… ¡ya! ¿Que tenía que perder? Cerré los ojos y me dejé ir… Pensé que vería la luz, la esperaba. Pero todo lo que sentí fue unos fríos labios sobre los míos. Por un momento de locura pensé que sería mi novia, que había vuelto a mi lecho de muerte. Pero lo que vi… me dejó sin aliento. Era la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Con un corto cabello rubio blanquísimo y unos penetrantes ojos verdes me observaba entretenida con mi expresión. Debía ser un ángel… ya había muerto. Traté de preguntarle si era así. Y ella entendió mi murmullo ininteligible contestando con voz de soprano que no… pero que pronto sería así.
-¿Realmente quieres morir?- preguntó ella a su vez analizándome con ojos demasiado inteligentes
-No lo se… Supongo que lo merezco- contesté sin querer adentrar mucho en el tema… ¿Cómo si importara, estaba muriendo y punto.
-¡Oh! Si que importa Alex… Yo puedo darte vida- replicó ella fieramente. No contesté nada pero pensé que la tía estaba loca… Como si ella fuese Dios. A demás yo no había hablado ¿o si? Podía acaso ella…
-Si que puedo leer tu mente Alex, y también puedo dejar que vivas mas. Es curioso que pienses así… No eres tan tonto pero tampoco soy Dios, pero si soy una criatura de él. Y soy muy, muy poderosa- aseguró con una sonrisa
Sentí como mi conciencia se iba, y ella también lo percibió. Su voz se volvió impaciente cuando me ordenó:
-Pídeme que te convierta, que te vida. Déjame salvarte- siseó mientras mostraba sus colmillos
-Solo hazlo- tocí. No sentía nada, ni los labios
-Tienes que decírmelo, si no lo haces no podré salvarte- repitió aun mas impaciente
-Conviérteme- susurré. Y sí que lo hizo, hundió profundamente sus colmillos en mi seco cuello, pero yo ya no sentía nada. Absorbió mi sangre, la paladeo, la besó. Hasta que dejó sobre mi herida un inodoro líquido transparente, similar al plasma. Pensé en ese momento. Los dolores se fueron apagando a medida que el líquido corría por mis resecas venas, curándolo y llenándolo de él. En el suelo de aquella pobre calle me convertí en vampiro. Mientras lamía mi cuello, mi nueva cicatriz me susurró simples instrucciones como: “cuando tengas hambre bebe, pero no mates… si matas tu sed será mas y mas fuerte… será irresistible”, “los ladrones son buenos suministros su sangre está manchada y no intensifica la sed”, “Jamás te expongas al sol, entiendes jamás” o “si vives mas tiempo del que quieres limítate a permanecer estático por varias semanas, te convertirás en polvo”. Me explicó que viviría eternamente, pero no que sería eternamente maldito. Porque esa nueva vida estaba llena de placeres culposos como beber sangre de inocentes. Así habían sido mis primeros días como nuevo, la sed era incontrolable y mi mentora no me había enseñado bien a controlarla. Supongo que puedo enorgullecerme en decir que nunca maté a nadie, pero sí que bebí y me regocije en su sangre, en su dolor. Poco tiempo después ella desapareció alegando que había permanecido mas del tiempo que soportaba en compañía de otro vampiro. Decidí tomarlo como un cumplido y continuar mi camino. Jamás podría regresar a casa de nuevo, las consecuencias podían ser desastrosas. En especial, porque me habían dado por muerto. Y tampoco quería, cruelmente comprendí que no, aunque pudiera regresar no lo haría. No quería enfrentar el hecho de que tuviera un padre violento y una madre que le era infiel. Simplemente no tenía fuerza para enfrentarlo, y tal vez – pensé con amargura – Este era mi castigo por no haberlo afrontado con fortaleza y haber sido lo suficientemente débil como para fracasar y caer en las drogas. Después de todo… mi ex novia tenía razón. Un crepúsculo en noviembre decidí visitarla, su apartamento un pequeño loft en el centro de la ciudad no destacaba en lo absoluto entre tantos otros edificios de colores apagados pero, podía recordar perfectamente la dirección. Escalé hasta su ventana y la contemplé silenciosamente. Respiraba acompasadamente, dormida. Sus oscuras pestañas parecían de una longitud imposible cuando bruscamente se movieron y abrió sus ojos, llenos de lágrimas. Ella lloraba ahora, desconsoladamente. Luchaba contra la parte de mi mismo que decía que podía entrar en su cuarto y abrazarla… aliviar sus penas. Decirle que aún le amaba, y que siempre lo haría… si acaso ese era ese el motivo por el que lloraba. Escondió el rostro entre sus manos y sus sollozos se fueron apagando lentamente. Seguía sin poder despegar los ojos de esa visión perturbadora. Me deleitaba con saber que había quienes continuaban siendo humanos y podían llorar. Ella sufría, podía verlo en su mirada perdida. Molesto me movía con impaciencia, y olvidé que seguramente estaría extremadamente pálido y frío… un ser inmortal. Y me decidí a entrar. Se levantó de la cama, y se acercó a su mesita de noche. En ella reposaban una lámpara sencilla junto un vaso de agua, cinco pastillas y un frasquito. Las tomó en su temblorosa mano y las introdujo en su boca, tragando secamente con un trago de agua. Agudicé mi vista, unos de los pocos beneficios de ser vampiro… debo agregar y lo que vi me dejó helado. Realmente… helado. Era un medicamento utilizado para dormir, y por lo que sabía solo se podía tomar 1 por día. Lo comprendí en lo que debía ser un latido del corazón. Se estaba suicidando. Rompí la ventana con mi brazo sin hacerme un rasguño y traté de entrar en su cuarto… tal vez si fuera lo suficientemente rápido y la llevara al hospital… tal vez si pudiera hacerla vomitar… tal vez si pudiera llegar hasta ella… tal vez. Pero no podía entrar en su cuarto, literalmente no podía hacerlo… trataba y trataba pero no podía. Ella parecía ida, acostada de nuevo en su cama, sus rubios rizos plasmados desordenadamente sobre la almohada y sus parpados cerrados sin moverse. No parecía siquiera oír. Y recordé una de las pocas cosas que sí me había explicado mi mentora
-No puedes entrar a una casa ajena sin ser invitado- dijo aquella nublada noche, con una expresión de melanconlía
-¿Por qué?- pregunté desconcertado. Nunca pensé que fuera en serio ese mito de los vampiros.
-Somos como… Estamos malditos ¿recuerdas? Ningún vampiro puede entrar en una casa digna sin ser invitados. Es antinatural- contestó a regañadientes- Pero regularmente podemos conseguir suficiente comida en la calle. Además siempre puedes usar tus encantos- continuó con una sonrisa que dejó al descubierto sus blancos colmillos.
No podía entrar, pero decidí llamarle.
-¡Kate!- grité con fuerza. Ella ni se inmutó
-¡Katie!- grité de nuevo desesperado- ¡Katie! ¡Katie! ¡Katie! ¡Katie! Despierta por favor¡Katie!
Ella movió sus ojos a través de los parpados
-¡Katie! Invítame a entrar ¡Hazlo!- gruñí con mis colmillos desplegados- Invítame a entrar
Haciendo acopio de fuerzas, ella asintió rígidamente. Fue suficiente y yo entré. Me acerqué a ella lo más rápido de lo que un humano hubiera podido, y la tomé entre mis brazos. Flácida. Su corazón aún latía, pero muy lentamente.
-Katie, fuiste tu misma la que me reclamó consumir drogas…. Y ahora tu haces esto- le dije- Despiértate para que pueda gritarte
Estaba sorprendido, los medicamentos no actuaban así de rápido. Revisé entonces el frasco del producto. Contiene 10 pastillas, y si ella había consumido 5… entonces ya se había tomado las otra 5. Sabrá Dios hace cuanto tiempo. La sacudí con fuerza, pero ella no respondía. Su sangre olía asquerosamente a la droga, y entre mis brazos murió Katie. Dejé su cascarón vació. Ya no estaba Katie allí. Mas nunca lo estaría.
Todos mis recuerdos me había invadido en cuestión de segundos , y podía tomar una decisión justo ahora. Permitir que el asesino acabase con ella y convertirla en mi acompañante… lo pensé por un momento. No mas soledad… O salvarla y darle la oportunidad que no tuve. Pero porque hacerlo… cuando a mi no me dieron el chance de escoger. Se veía que obviamente estaba descarriada, puede que hubiese perdido su virginidad a los 11… y en unos pocos años, tendría sida. Podía salvarla ahora de todo ese sufrimiento, convirtiéndola en mi discípula. No me tardé tanto en decidir. Y me abalancé sobre el asesino, pero no lo suficientemente rápido parece porque hundió su cuchillo en mi costado derecho, justo en mi corazón. Resonaron entonces en mi oído las últimas palabras de mi creadora.
>> Nunca dejes que te toquen el corazón, si no has bebido suficiente sangre morirás irremediablemente<<>
Utilicé los resquicios de mi fuerza para matarlo con su propio cuchillo, lo hundí en su carne sonriendo y ambos caímos en el suelo… él sangrando y yo inerte. La chica se acercó a mì asombrada y el olor de su sangre me excitó. Desplegué mis colmillos, y la contemplé anonadado por su belleza. Me miró con lágrimas en los ojos… igual que Katie. Y me ofreció su cuello. Yo dudé por un momento, pero luego la acepté complacido. Apenas si bebí de su sangre… tan dulce y excitante a la vez. La aparté antes de que perdiera mi escaso control y ella unió su boca a la mía, con una técnica profesional me besó con locura. Podía sentir su calor, su calidez; si fuese por ella se habría desnudado allí de agradecimiento. Si… ella era una experimentada. Terminé el beso y le dije:
-No cometas el mismo error que yo
-No lo haré- me juró. Me sentía un poco mejor, cada vez mejor de hecho. Tenía sangre fuerte esa chica. Me levanté adolorido, y bebí de la sangre del asesino. Le eché una última mirada a la chica, y salí huyendo de allí. Corriendo en pos de mí destino.